En la primera entrega de esta serie, exploramos el fascinante recorrido del uso de drones en la educación desde sus comienzos académicos en diferentes instituciones hasta su llegada a escuelas secundarias, programas STEM y CTE en distintos estados pioneros como Texas, California, Florida y Nueva York.
Pero hoy queremos ir más allá. Saber por ejemplo, ¿qué está ocurriendo actualmente con la formación educativa en drones?, ¿cuáles son los retos que enfrenta esta industria en el ámbito académico?, ¿y qué podemos esperar en el futuro?. Estamos claros que a día de hoy estamos ante una demanda creciente,
pero desde mi punto de vista, aún sin respuesta suficiente.
A pesar del crecimiento acelerado de la industria de drones en sectores como la agricultura, la cinematografía, la inspección industrial, la logística y la seguridad pública, la oferta educativa sigue siendo limitada y desigual. A nivel nacional, son muy pocas las instituciones educativas, especialmente en los niveles de educación básica y media que cuentan con programas sólidos y estructurados para enseñar a los estudiantes a operar drones, comprender sus componentes o explorar su
aplicación profesional.
Este vacío es aún más crítico si consideramos que el uso profesional de drones requiere conocimientos técnicos específicos, habilidades prácticas y certificaciones reconocidas como la Parte 107 de la FAA, que regula la operación comercial de sistemas no tripulados en los Estados Unidos.
Actualmente podría mencionar desde mi experiencia, los principales retos que enfrentan las instituciones educativas para implementar programas de formación en drones. Estos serían:
- Falta de personal capacitado: Son pocos los docentes con formación formal en drones, y muchos se ven obligados a autogestionar su capacitación para enseñar sobre esta tecnología. No existe, o al menos no he visto hasta ahora un currículo formal, con todo el contenido técnico y práctico necesario para que un piloto u operador de estas aeronaves pueda formarse como instructor.
- Escasa estandarización: La mayoría de los programas actuales son iniciativas piloto o dependientes de la buena voluntad de un docente o directivo, sin un currículo aprobado o replicable.
- Limitaciones presupuestarias: Aunque el costo de los drones ha bajado, muchos distritos escolares alrededor de la nación no cuentan con los recursos necesarios para adquirir drones, simuladores o softwares especializados.
- Barreras regulatorias: Algunos estados o ciudades, como Nueva York; imponen fuertes restricciones al vuelo de drones, lo que limita la práctica en entornos reales.
- Desconocimiento institucional: Muchas escuelas aún no comprenden el verdadero valor de los drones como herramienta educativa más allá de lo “novedoso”.
Para superar estos desafíos, es necesario avanzar hacia una segunda generación de programas educativos con drones que incluyan currículos estructurados alineados con estándares educativos y certificaciones oficiales; así como también alianzas entre escuelas, universidades, industria y gobiernos.

Formación especializada para docentes y facilitadores, que a su vez pudieran incluir este contenido de forma transversal en distintas materias como matemáticas, geografía, tecnología, robótica, etc.
Implementación de simuladores, desarrollar plataformas gamificadas, laboratorios móviles o espacios maker. Sin embargo, aquí quisiera hacer un alto en éste punto. Si nos vamos un poco a lo que es la aviación tripulada, La diferencia entre convertirse en piloto de aeronaves tripuladas y piloto de drones es abismal, tanto en formación como en exigencias. Comenzando por las horas de simulador y horas de
vuelo real que deben tener, además de las certificaciones según la aeronave a tripular, incluyendo el chequeo médico aeronáutico.
Este contraste refleja el gran desafío actual, pues la industria de drones está creciendo con rapidez, pero la formación de sus operadores no ha seguido un estándar riguroso ni comparable al de la aviación tripulada, lo que puede comprometer la seguridad y profesionalismo en operaciones cada vez más
complejas.
A pesar del talón de Aquiles que se tiene en la formación de operadores y pilotos de forma general, hoy en día en Estados Unidos existen modelos de éxito emergente que con sus iniciativas están marcando la pauta de lo que podría ser una formación ideal. Podríamos hacer mención de Drone Soccer USA, que combina competición y habilidades técnicas en estudiantes desde 10 años en adelante.
Así mismo, Vivid Imagination Inc. Quien se ha encargado específicamente de atender esta necesidad en escuelas no solo básicas e intermedias, sino también en high schools; sentando las bases para lo que podría ser un currículo formal de educación en drones en el mediano y largo plazo tanto en la ciudad de New York como en toda el área tri-estatal.
Igualmente, otras organizaciones sin fines de lucro, han estado desarrollando currículos para integrar los drones desde la educación primaria, combinando diversión con tecnología. Pero esto no lo es todo, la pregunta sería ¿hacia dónde vamos?
El futuro de los drones en la educación depende de decisiones estratégicas, políticas educativas claras, formación docente sólida y una visión sistémica que no vea a los drones como un juguete o un simple accesorio educativo, sino como un vehículo real para desarrollar habilidades del siglo XXI. Pensamiento crítico, resolución de problemas, programación, análisis de datos y creatividad.
Si se toman los pasos adecuados, podríamos estar no solo formando operadores de drones, sino ingenieros, científicos de datos, tecnólogos, artistas y emprendedores del mañana.
En la próxima entrega, analizaremos con más detalle el tema de los pilotos de aeronaves tripuladas en comparación con los pilotos de las aeronaves no tripuladas y propuestas concretas de implementación, incluyendo posibles módulos de formación, certificaciones y experiencias de pilotos desarrolladas en escuelas y comunidades.
Gracias por seguir esta serie. ¡Nos vemos en el próximo vuelo!
Un comentario
Tremendo articulo del amigo Francklin. Gracias!